¿Jugamos?
Hace poco me dijeron: escribe un discurso sobre:
“Algo que me apasiona-e”
Este es el inicio de mi discurso.
Me gusta mucho jugar.
Me gusta jugar con las palabras.
Con las personas no.
Me gusta que juguemos ambas, que participen.
Me gusta mucho jugar.
Pienso que el verbo jugar no solo va con el sujeto: la niña, le niñe, el niño.
Va con todos los sujetos y no está sujeto a nadie.
Está libre, jugando.
Eso es parte de mi discurso.
Me pregunto mientras escribo esto
¿Cómo suena un discurso?
¿Debe, conmover, atrapar?
¿Debe, convencer?
Podría buscar el significado en google, pero eso no es algo que me apasione.
Haré lo que me gusta, jugar.
Entonces, jugaré con esto que no sé qué significa, que no sé cómo es, cómo va, qué ritmo tiene.
¿Trataré de convencer?
¿trataré de agradar?
Quizá algunes ya están desiluionades.
Quizá la rae se desilusione por mi E inclusivo.
Quizá no nos importe.
Quizá sea momento de solo jugar.
Jugar, jaguar, enjuagar, jalar, jaja, jálame la pititita.
Nacimos jugando, aprendemos jugando.
Espera, esto no es una propaganda del MINEDU.
Esta soy yo haciendo un pendiente, que tenía entre mis dientes, que no lo podía sacar con la punta de la lengua, ni con ayuda del pulgar.
Tenía que sentarme a limpiar mi lap-top, reiniciarla y ponerme a jugar,
digo a escribir,
digo a cumplir.
Cumplir no es parecido a jugar.
¿O sí?
Podemos cumplir y jugar.
La adultez me seduce,
me huele el hombro,
me respira el cuello.
La adultez juega conmigo.
Se burla de mibo.
Enseñemos a jugar a la adultez.
¿Qué tan adulte eres que no sabes jugar?
Quizá esto cause cringe, que por cierto nueva palabra añadida a mi léxico.
Cringe.
Juguemos.
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