Mañanas distinstas

Lejos de tu calido ronquido, me acomodo a la ventana, para esperar tu llegada.
Los largos ratos de apapachos y ternura, fueron cambiandos por rpp noticias y caso cerrado.
Quien recuerda hasta tu peso, es Felipe.
Tus nalgas frías y apoyadas en el fierro de 5 a 6 años de ser armado, tus manos en el timón oxidado pero flexible y tus pies con cuidado de no tener heridas.
A tu cabeza, mi quijada cansada, y a tu espalda y hombros,  mi pecho.
La velocidad y tranquilidad con la que iba yo, y la atenta sugestión acompañada de una alta antena contra perritos,  eras tú... mi amor.
Las ventanas de los buses también me preguntan por ti, dónde está su cabeza? Sus pies que algunas veces no llegan y su boquita semi abierta cuando dormía?
Qué les puedo decir... que las circunstancias de este mundo complejo y pellejo por lo viejo nos separan? O que los hermosos pasajes de la vida nos llevan por distintas, distantes y tantas avenidas...
Sin embargo, siempre voy hacia tí y tú, siempre vienes a mí.

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